martes, 23 de diciembre de 2008
LAS RAÍCES PREHISTÓRICAS DE LA CULTURA CASTREÑA DE GALICIA
La cultura castreña aunque posee una cronología que la hace durar unos mil años, no se puede englobar en un bloque, en donde la unidad sea la base. Por sus fases de expansión y diversos períodos que la engloban, hacen que esto no pueda ser así. Aún tomando como una unidad a la cultura castreña, analizando su «nacimiento» o los diferentes períodos por los cuales trascurrirá la prehistoria gallega, hasta alcanzar dicha etapa, se puede observar la diversidad de estímulos y la complejidad de sus interrelaciones dentro y fuera del ámbito gallego.
Para estudiar el proceso prehistórico, anterior al desarrollo definitivo de la cultura castreña y su posterior fase de romanización, poseemos un estudio ejemplar realizado por el arqueólogo J. Maluquer de Motes, que bajo el titulo de «El Mundo indígena del Noroeste Hispánico antes de la llegada romana» fue presentado en el Coloquio Internacional sobre el Bimilenario de Lugo, celebrado en dicha ciudad en 1977 (posteriormente se incluyó en las Actas del citado Congreso, pp. 7 y ss). De forma resumida y sintética expondremos las características básicas que presenta Galicia en dicha época, siguiendo al mencionado autor.
El análisis de dicho proceso prehistórico valora los siguientes puntos:
—Estudio de la diferencia de marco geográfico con relación a culturas vecinas y/o en contacto.
—Importancia del factor climático y fisiológico.
—Circunstancias y posibilidades de circulación de las diferentes corrientes culturales, así como sus consecuencias.
Entre el 2.500 al 500 a. de J.C. se produce un cambio climático que afectará al Occidente y Centro hispánico. Dará origen a una deforestación y un descubrimiento natural de la riqueza minera. Las costas atlánticas, por su humedad, tendrán una población alta, existiendo una emigración fuerte hacia esta zona. En este período se desarrolla la denominada cultura megalítica sobre una base autóctona (desarrollo de las formas neolíticas) que por ósmosis acoge el megalitismo. Este elemento base está organizado en clanes. Por las razones climáticas y de deforestación consiguiente hay una circulación abundante desde la Meseta hacia Galicia. Este grupo de la Meseta, que se fecha hacia el 2.000 a J., posee una organización señorial, autosuficiente. Es la llamada cultura del Vaso Campaniforme. Existe una concentración del poder (en los caudillos), siendo nómadas con una economía pastoril. Desarrollan la minería del oro y el uso de las joyas posee un valor jerárquico.
Tenemos pues la conjunción, en nuestro NO, de dos culturas de diferente organización, siendo una fija y la otra móvil. La cultura del Vaso Campaniforme está muy bien documentada en Galicia por los hallazgos arqueológicos ( As Pontes de García Rodríguez, Tecedeiras,...), pero el problema se plantea, como en épocas posteriores, sobre la procedencia de determinados objetos que no se sabrá con certeza si son traídos por gentes de fuera o si son incorporados por la cultura autóctona en un proceso de vuelta a su hogar de origen.
Paralelo al desarrollo de la cultura del Vaso Campaniforme, que lleva consigo un desarrollo de la minería, aparecerá cada vez más marcada la concentración de poder. Se producirá una dualidad entre este tipo de concentración de poder de tipo señorial, autosuficiente y de comunidades nómadas (por ejemplo, la citada, la cultura del Vaso campaniforme) y el otro tipo, que concentrará el poder en jefaturas que darán lugar más tarde a conocidas monarquías clásicas (por ejemplo la cultura tartésica). Estos dos elementos entran en contacto en el NO. por diferentes caminos posibles: Meseta, Cantábrico y ruta marítimo. Como vimos, por la Mesetas, hacia el 2000 a. de J.C. al producirse el cambio de clima, que lleva a una deforestación y a la creación de un foco minero importante en el NO. peninsular. La tipología de lo producido en este período es muy bien conocida pero no así la actividad minera que va unida al grupo autóctono o es una realización de los procedentes de la Meseta; así como sería interesante interrogarse sobre si dicha explotación minera va unida a una casta determinada o es patrimonio de un grupo humano en concreto. La clave a estas preguntas pueden resolverse fijándonos en la comercialización del producto obtenido por esa actividad minera. Es aquí cuando llegamos a la comunicación por la ví marítima. La creación de un foco metalúrgico no desarrolla por sí mismo una cultura concreta, si no se comercializa el producto obtenido y se adquiere intercambios. Hasta el 1.000 a. de Jesucristo no se posee ese mercado. Hacia esta fecha el área mediterránea (púnicos, tartesinos...) irán a la búsqueda del metal y se pondrán en contacto con las zonas de producción minera. Antes de producirse el cambio climático siguiente y decisivo (500 a. de J.C), la demanda de producto, desborda la producción y se colonizarán las zonas marítimas de forma extraordinaria (por ejemplo, las Rías Baixas gallegas). Teniendo pues que la cultura «precastreña» posee una economía que depende de la comercialización hacia el Sur, recortándose la influencia de la Meseta.
Hacia el 500 a. de J.C, se produce un nuevo cambio climático, por el cual se produce la interrupción del proceso de deforestación y aparece el arbolado intenso en nuestra zona. También desaparece el «mundo tartésico» y tenemos un foco minero abundante pero sin mercado de salida. Coincide con esto, la aparición de una nueva metalurgia, la del hierro. Ante esto, esta cultura «precastreña» o si queremos la castreña más arcaica, se decidirá a comercializar por si misma el excedente producido y almacenado. Entre los siglos VII y VI a. de J.C se emprenderán rutas hacia el Norte, zona astur, Pirineos occidentales y la parte Sur de Francia (Bajo Sena). Esto llevará al contacto con la cultura de La Tene en sus inicios, incorporando elementos característicos de dicha cultura a la castreña. Esta salida comercial hacia fuera y de regreso, explicaría la aparición de diversos objetos de diferentes culturas y sus posibles vías de comunicación.
Hasta aquí una hipótesis de trabajo referente a nuestra prehistoria y el proceso de integración de elementos foráneos, que en unión con lo autóctono, darán como resultado la denominada CULTURA CASTREÑA, tan arraigada aún en nuestras costumbres y paisajes.
Sin embargo, podemos señalar algunas circunstancias a tener en cuenta paralelas al cuadro anteriormente señalado:
—En base a las investigaciones últimamente realizadas, se puede probar la importancia de la vía marítima, que nos arroja interesantes hallazgos: materiales púnicos, griegos... que llegarían a nuestras costas por un intercambio, que posiblemente llevarían a cabo grupos no autóctonos, pues poseían medios de navegación más perfeccionados y seguros.
—Corrabora el anterior punto, el no haber encontrado materiales castreños propiamente dichos en el Sur de la Península y otros puntos que se dan como centros de relación comercial.
—Por último señalar que también existe una economía agrícola-ganadera importante que tuvo que jugar asimismo un papel de cierto interés (sobre todo en la cultura megalítica) que no ha sido hasta la actualidad bien analizado, limitándose los planteamientos al factor minero metalúrgico.
Nota.- En la imagen que ilustra este breve comentario, tenemos uno de los elementos de la orfebrería castreña, que más va a definir a este cultura. En él, podemos ver tanto influencias centroeuropeas como mediterráneas, que va a ser la característica que predomina en esta sociedad.
HITOS IMPORTANTES EN LA ARQUEOLOGÍA MUNDIAL
Englobadas hacia el 9000 al 8000 antes de J. C. tenemos varias circunstancias importantes por señalar: la fundación de Jericó, siendo esta la primera ciudad de la que tenemos constancia; la domesticación de la oveja en el Oriente Medio y la domesticación del perro en Norteamérica; y por último tenemos, que también sobre estas fechas el hombre cultiva sus primeras mieses (trigo y cebada) en el Oriente Medio.
Hacia el 7000 antes de J. C. se va desarrollando en Oriente Medio un tipo de vida ya en poblados propiamente dichos. El mayor exponente de este período es Catal Hüyüt en la actual Turquía, que se convierte en el primer centro comercial. También en esta fecha se inventa el telar en el Oriente Medio. En esta misma área geográfica, se produce la domesticación de ganado ya muy desarrollada.
Hacia 6000 antes de J. C. en Europa la agricultura comienza a reemplazar a la caza. También se produce el fenómeno del uso del cobre de forma sistemática, para la industria en la zona mediterránea. Por otro lado, tenemos documentado que sobre esta fecha en México comienza el cultivo del maíz.
Ya dentro de la Edad del Cobre y hacia 4.800 antes de J. C. podemos decir que se construye en Inglaterra el monumento de piedra más antiguo que se conoce en la actualidad.
En el año 4000 antes de J. C. ya se utilizaba la vela en Egipto y surgen las primeras ciudades en la zona de Sumer. También en esta fecha los sellos cilíndricos comienzan a ser utilizados como señales de identificación en el Oriente Medio.
Hacia el 3.500 podemos «colocar los siguientes logros: se inicia el cultivo de la patata en América del Sur; se inventa la rueda en Sumer; empieza a cultivarse el arroz en el Lejano Oriente y se domestica en China el gusano de seda; también se domestica el caballo en el Sur de Rusia. Los mercaderes navegantes egipcios comienzan a recorrer el Meditarráneo; y por último tenemos la primera constancia de escritura pictográfica en Oriente Medio.
Dentro ya de la Edad del Bronce, podemos decir que hacia el 3000, el bronce es utilizado por primera vez para la fabricación de herramientas a la vez que el arado se desarrolla fuertemente en Oriente Medio. En Egipto se inventa el calendario muy preciso basado en observaciones estelares.
Hacia el 2.800 antes de J. C. comienza a levantarse el más importante de los monumentos de piedra en Gran Bretaña: se trata del complejo megalítico de Stonehenge. También en estas fechas comienzan las construcciones de las pirámides de Egipto.
Podemos señalar que hacia el 2600 una gran variedad de dioses y héroes son glorificados en diversas epopeyas del Oriente Medio (es el caso de la epopeya de Gilgamesh). Hacia el 2500 antes de J.C. ya se utilizan los esquis en Escandinavia y van apareciendo ciudades en el valle del Indo.
Alcanzando el año 2000 antes de J.C, podemos afirmar que se generaliza por toda Europa el uso del bronce. En el Indo se domestican las gallinas y los elefantes, comenzando la cultura esquimal en la región del estrecho de Bering.
En 1500 antes de J.C. el hombre llega a las islas del Pacífico Sur gracias a utilizar un tipo de embarcaciones bastante perfeccionadas. Ya hacia el 1400 podemos afirmar que se inventa y usa el hierro en Oriente Medio. También hacia estas fechas aparece el primer alfabeto completo manuscrito en Ugarit, Siria. Coincidiendo con esta etapa, los hebreos introducen el concepto de monoteísmo.
Ya dentro de la Edad de Hierro, tenemos que hacia el 1000 antes de J.C. es domesticado el reno en el Norte de Europa y los fenicios desarrollan el alfabeto moderno.
Se empieza a propagar rápidamente el uso del hierro por toda Europa hacia el año 800 antes de J.C.; en esta fecha según la opinión de los estudiosos, Homero compone La Ilíada y La Odisea, mientras que en Asiria se construyen las primeras carreteras en base a un sistema o planificación.
En el año 700 antes de J. C, coincidiendo con la fundación de Roma, en China se inventa la carretilla.
Hacia el 200 antes de J.C. se componen los poemas épicos Mahabharata y Ramayana, cuya temática son los dioses y los héroes de la India.
En esta misma fecha se tiene documentado el invento de la rueda de agua en Oriente Medio.
Ya en el año cero comienza la era cristiana.
Nota.- En las imágenes, algo deficientes por el tiempo transcurrido y el soporte en que fueron realizadas las diapositivas (hacia mediados de 1980), los conocidos monumentos de Egipto y de Inglaterra.
jueves, 11 de diciembre de 2008
SOBRE LA ARQUEOLOGÍA ( y II )
El fruto que se espera con la prospección es el hallazgo de yacimientos, cuando se llega a esté punto y se quiere seguir ampliando los conocimientos el siguiente paso es la excavación.
No todos los yacimientos localizados son excavados, sino aquellos que más interesen debido a su riqueza, a su edad o la rareza de los mismos.
La excavación
La excavación supone un trabajo delicado y difícil. Una excavación sólo puede realizarse una vez, el arqueólogo destruye parte o todo el yacimiento con el fin de investigarlo, así que debe extraer el mayor número de datos de su labor, anotando minuciosamente todos aquellos datos que la excavación le proporciona, ya que este registro de datos debería permitir posteriormente recomponer en el laboratorio el yacimiento.
Antes de iniciar la excavación se procede a cuadricular la zona, para ayudar a registrar los datos, ya que todo resto hallado se sitúa tomando las coordenadas horizontales (X y Y) y la vertical (Z), y al mismo tiempo para llevar un orden y tomar todo tipo de referencias.
Luego se procede al levantamiento de las capas de tierra, con ayuda de las herramientas adecuadas, extrayendo los objetos en un orden, determinado por las diferentes capas de tierra (las cuales se denominan niveles o estratos), ya que cada capa es distinta en composición y color. Este método se denomina Estratigrafía, y se basa en que las capas inferiores son anteriores a las superiores, y que cada capa contiene restos de un mismo período.
Es, de esta manera, como podemos saber la antigüedad relativa de unos objetos con respecto a otros.
Los objetos hallados se proceden a limpiar, inventariar y dibujar para su posterior estudio. Así mismo, se realizan dibujos y fotografías de los objetos "in situ", también de las estructuras halladas y de todos los cortes estratigráficos de la zona.
En este proceso, que constituye la excavación de un yacimiento arqueológico, no sólo se recogen los objetos de industrias pasadas, sino también todo resto de deshechos alimenticios, carbones, muestras de tierra,... que se tomarán con determinadas precauciones (medidas de higiene y asepsia), que luego nos permitirán datar el nivel de que han sido extraídos o averiguar otros datos como son el clima, fauna, o vegetación de la época.
Ciencias auxiliares
Una vez realizada la excavación y tomadas las muestras y objetos, estos se distribuyen entre los diferentes especialistas en cada materia, de esta labor interdisciplicar saldrá la reconstrucción de la vida en el pasado.
Los restos de tierra tomados son investigados a fin de estudiar los pólenes fósiles que se hallan en los mismos (ciencia de
De los restos de Huesos de animales se encarga el paleontólogo (ciencia de
(bosque, pradera,...), si el animal era doméstico o no, etc.
Los restos humanos los estudia el antropólogo (ciencia de
Al laboratorio
Los restos de carbones se envían a un laboratorio donde medirán la cantidad de C-14 (Carbono 14) que aún tienen, y así averiguan la edad de la muestra. Este método no sólo se aplica a restos de carbones, sino también huesos, conchas,... es decir cualquier materia orgánica. Se basa en que un isótopo radiactivo, denominado C-14 (Carbono 14), es asimilado por las plantas, mediante la fotosíntesis, de la atmósfera.
Los demás seres vivos lo adquirirán al alimentarse directa o indirectamente de las plantas. Cuando el ser vivo se muere, o se corta la planta, deja de recibir C-14 del medio, y el que tenía va despareciendo lentamente, esta desintegración del C-14 va a un ritmo medible, y analizando el C-14 que queda en los restos de un ser vivo podemos saber cuando murió. Este método es válido hasta los cincuenta mil años, aproximadamente, en que ya no queda nada de C-14, así que está siempre limitada su aplicación a muestras cuya antigüedad sea menor de esas cifras mencionadas.
Hay también otros métodos de datación del pasado, que sólo enumeraremos, como son: la dendrocronología, o análisis de los anillos de crecimiento de los árboles; método de potasio-argón, se mide la cantidad de restos de potasio que queda en la materia y permite datar cuerpos más antiguos que el C-14; de
Fluor;... etc.
También se pueden hacer análisis químicos y geoquímicos de los suelos, que viendo la composición orgánica de los mismos se puede saber la aportación humana,...
Reconstruir
El arqueólogo con los datos que le facilitan todas estas investigaciones, y con los datos que él mismo extrae de los objetos (su tipología, uso, técnica,...) y de la propia excavación (estratigrafía, situación de los restos,...), realiza un estudio de conjunto, e interpreta a continuación el yacimiento haciendo una reconstrucción del mismo.
Nota.- Vista de un momento en una excavación de un castro
SOBRE LA ARQUEOLOGÍA ( I )
Pasemos pues a descubrir un poco el mundo de la arqueología:
La arqueología es una ciencia que nos ayuda a conocer diversos aspectos del pasado del hombre a través de sus restos materiales. Estos restos son reflejo del hombre y de sus actividades, es decir de su cultura y lo que ella conlleva: arte, sociedad, economía, religión, tecnología,... El estudio de estos vestigios permite reconstruir, de la forma más fidedigna posible, como fue la vida del hombre en la antigüedad en todos sus aspectos y su evolución a lo largo del tiempo. No es ésta una tarea nada fácil, ya que, normalmente, las huellas de sus actividades han quedado ocultas o, incluso, han desaparecido para siempre.
La labor del arqueólogo ha de ser la de buscar, como si de un , detective se tratase, todas aquellas pistas que puedan explicar como vivían las antiguas comunidades humanas, como se alimentaban, como construían sus casas o refugios, e incluso como pensaban.
Para la búsqueda de éstos vestigios el arqueólogo emplea diversos métodos, siendo el más importante la excavación de lugares donde el hombre ha desarrollado alguna actividad y dejó muestras de su paso. A estos lugares, que pueden haber sido zonas donde el hombre habitó o fue enterrado, se le denomina yacimientos.
Prospección
Para la localización de estos yacimientos, normalmente cubiertos de tierra, se emplea el sistema de la prospección o búsqueda sistemática de los mismos.
-Sobre el terreno, buscando lugares favorables para los determinados tipos de yacimientos, y fijándose en los indicios que aparezcan sobre la superficie del suelo (restos de cerámica, materiales de construcción antiguos, formas especiales del terreno,...).
-Toponimia, recogida a través de mapas o directamente sobre el terreno. Es de un gran interés ya que muchas veces los nombres de lugares llevan dentro de sí el recuerdo de antiguas construcciones o actividades. Por ejemplo, los nombres de Castro, Crasto, Moura, Cotorredondo,... suelen relacionarse con antiguos poblados de la edad del hierro gallego; por el contrario anta, mouta, arca,... suelen relacionarse con el mundo megalítico. Estos lugares a veces suelen tener algún tipo de leyenda o tradición.
-Fotografía aérea, que a la vez que nos permite conocer la geografía de una zona nos puede mostrar estructuras invisibles bajo el suelo, ya que los restos orgánicos o pétreos provocan diferencias en el crecimiento de la vegetación que está sobre ellos.
-Otros métodos más sofisticados son: prospecciones electromagnéticas, que nos permiten detectar objetos magnéticos bajo tierra (metal, restos alfarería...); prospección eléctrica, que detecta irregularidades en el subsuelo; prospecciones geoquímicas; por sondeo,...
Pero a veces es el azar el que provoca que un yacimiento no sea conocido, bien debido a los agentes naturales: erosión marina, eólica o de los ríos; o de agentes humanos: abrir zanjas en el terreno, trabajos de laboreo, excavación para carreteras,... estas remociones de tierra en ocasiones provocan hallazgos fortuitos de materiales que certifican la existencia de un yacimeinto arqueológico.
En la prospección no sólo nos interesa la localización de los yacimientos sino también el medio o entorno en que se hallan, anotándose todos los datos posibles sobre el medio natural (datos geográficos, geológicos, de vegetación, corrientes de agua,...) que nos puedan servir en una comprensión más clara de los medios de subsistencia, las relaciones y la distribución de las ocupaciones y manifestaciones humanas.
Topónimos alusivos a yacimientos y monumentos arqueológicos en Galicia
1.-Monumentos megalíticos
Amatirrado, Anta, Ante, Antela, Antes, Antiña, Antuña, Arca, Arcal, Arcela, Arcón, Arcuña, Arqueta, Arquiña, Arcapedriña, Cabana, Campa, Capela dos Mouros, Casa, Casa dos Mouros, Casia, Casiña, Casota, Casoupa, Celeros dos mouros, Cerco, Cercho, Circo, Combro, Cortexo, Cortellos dos Mouros, Cotarela, Cotarelo, Coito, Coto, Couto, Cova da Moura, Chousa, Chouso, Formigueiros, Forna, Fornalla, Fornelo, Forniño, Forno, Forno dos Mouros, Furna, Gurita, Hucha, Madorna, Madorra, Madorriña, Madorro, Madroa, Mama, Mamoa, Mamoela, Mamuiña, Mamuela, Mamola, Mandorra, Mamuxa, Maniola, Manuela, Matagueiro, Matueiro, Moderna, Modia, Modorno, Modorna, Modorra, Modorro, Montillon, Montiño, Morrada, Mota, Motagueiro, Mouteira, Mudia, Mudula, Mudura, Orea, Pardantela, Parafita, Pedra Fita, Pedra Fixa, Fetón, Poza, Tomba, Tombaro, Tumba, Tumbadeiro, Tumbeiriña.
2.- Relativos a petroglifos
Pedra con riscos dos mouros, Dibuxos dos mouros, Cuadas dos mouros, Pedras escritas, Pegadas con pisadas dos mouros, Pegadas con pisadas da virxe, Pegadas con pisadas do cabalo de Santiago, Pegadas con pisadas de Santos, Pena escrita, Pena das ferraduras, Pena que fala, Pena das pegadiñas, Pena das pisadiñas, Pedra Moura, Laxe das rodas.
3.- Relativos a castros
Casa dos mouros, Casteleiro, Castelo, Castreliño, Castrelo, Castrillón, Castiño, Castrizan, Castro, Cirda, Cida, Cidadelle, Civida, Coto, Cotón, Croa, Eidos dos mouros,
Eira dos Mouros, Fonte da moura, Fonte dos mouros, Minas dos mouros, Oleiros, Siradelle, Siradella, Si-vida, Sucastro, Suvida, Trascastro, Monte das Rodelas, Monte das croas, Roda.
4.- Relativo a restos romanos
Arcos, Baños, Barca, Brea, Cal, Caldas, Caldelas, Calzada, Camiño vello, Venella dos Mouros, Carreira Ancha, Carreira cova, Carreira vella, Carril, Camino do Lombo, Confurco, Curvanceiras, Estrada, Estrada real, Hospital, Laxas, Lousadas, Lombo, Marco, Marcón, Marcos, Milla, Míllara, Muimenta, Parafita, Paredes, Paso, Penafita, Padrón, Padros, Parada, Paradela, Pardavedra, Ponte pedriña, Ponte vella, Portaxe, Porto estrada, Portovello, Pousa, Pousada, Pontevedra, Portaxe, Retorta, Rúa, Tribial, Trobio, Venda, Vendavella, Vereda, Vialba, Vieiro, Vila, Xeira.
Nota.- En la imagen, vista de una "mámoa" de la necrópolis megalítica de Monte Penide (Redondela)
sábado, 25 de octubre de 2008
CONTACTOS ENTRE GALICIA Y EL MEDITERRÁNEO EN LA PREHISTORIA RECIENTE ( y IV )
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Nota.- En los últimos libros sobre esta temática publicados, ya se aborda el tema objeto de estos últimos comentarios, con la nueva perspectiva que se plantea en los mismos.
CONTACTOS ENTRE GALICIA Y EL MEDITERRÁNEO EN LA PREHISTORIA RECIENTE ( V )
LOS CONTACTOS DURANTE EL PERIODO CASTREÑO
Dejando bien sentada nuestra opinión de que el fenómeno castreño galaico es producto directo de la evolución interna de las comunidades galaicas, estimulada en gran medida gracias a los contactos mantenidos con el mundo mediterráneo, su dinámica posterior estará en mayor o menor medida condicionada, una vez más, por el diferente nivel de los contactos en cada momento concreto.
En tal sentido, la caida en manos fenicias de los circuitos atlánticos de intercambio a partir del siglo VIII a.C. tras su asentamiento en el área de Gadir (Aubet, 1994; López Castro, 1995), y la progresiva introducción de manufacturas de hierro en el mercado, supuso el colapso de la economía tradicional atlántica, con la disolución de las antiguas relaciones de intercambio y el paso a una realidad más aislada y fragmentada. A partir de estos momentos, el comercio atlántico se va a regir por patrones económicos muy diferentes de los tradicionales, y los focos culturales atlánticos entrarán en una fase de relativo aislamiento, evolucionando independientemente y sin apenas relaciones entre sí. Uno de estos focos será el galaico, y la manifestación más peculiar del mismo será la entrada del mundo castreño en una etapa de relativo estancamiento, ralentizándose el ritmo de crecimiento económico y social que había hecho posible en última instancia su aparición; de ahí su condición de fenómeno peculiar del área galaica, sin referentes directos fuera de estos límites territoriales (Peña Santos, 1992,a: 378; 1992,b: 52; e/p; Bello Diéguez y Peña Santos, 1995: 157).
Durante este período, los escasísimos contactos exteriores del mundo castreño parecen estar, sin lugar a dudas, en manos fenicias, que utilizarán las rutas marítimas abiertas previamente (Senna-Martínez, 1995: 72). En tal sentido, la progresiva presencia de manufacturas de hierro en el registro arqueológico de los castros más antiguos preferentemente cuchillos afalcatados y podones, significativamente numerosos en el castro de Torroso en Mos, Pontevedra (Peña Santos, 19S8,a: 339-360; 1988,b: 113-132; 1992,b)- creemos que sólo puede ser interpretada como efecto directo de la existencia de contactos marítimos con las factorías fenicias del sur.
Ya hemos mencionado más arriba la reciente identificación en el registro arqueológico de los castros antiguos de materiales de filiación mediterránea que con anterioridad habrían pasado desapercibidos. Es el caso de numerosos objetos de pasta vitrea, como las cuentas oculadas o el famoso y todavía no estudiado aríbalo procedente de las excavaciones del año 1973 en el castro de O Neixón en Boiro, Coruña (Acuña Castroviejo, 1976: 327). A ello habría que sumar un bagaje cada vez más importante de restos de ánforas y de cerámicas de mesa fenicias, además de significativas muestras de cerámicas finas áticas y greco-itálicas (Silva,A.C.F.da: 1990: 135-155; Naveiro López, 1991,a; 1991 ,b: 327-335; Naveiro López y Pérez Losada, 1992: 63-90), sin olvidar la fíbula descubierta en el castro de Alobre en Vilagarcía, Pontevedra (Fariña Busto y Arias Vilas, 1980: 186-187). Sin duda, la investigación con metodología moderna de asentamientos como el de A Lanzada en Sanxenxo, Pontevedra, con su riqueza en materiales de importación (Suárez Otero y Fariña Busto, 1990: 309-337), serviría para ratificar la importancia del comercio fenicio durante las fases antiguas del mundo castreño y tal vez ayudaría a conocer la posible influencia que las novedades mediterráneas pudieran haber ejercido sobre el desarrollo interno de las comunidades galaicas, cosa hoy por hoy de difícil abordaje fuera del campo de la especulación.
Los contactos con el mundo romano a partir sobre todo de las décadas finales del siglo II a.C, y su definitiva integración en el Imperio durante la segunda mitad del I a.C, supondrán la entrada del mundo castreño galaico en su etapa de máximo desarrollo y esplendor. En un principio esporádicos, tras la expedición de César en el 61 a.C. (Ferreiro López, 1988: 363-372) -para la que de forma harto significativa recurre a embarcaciones y marinos gaditanos, los únicos que conocían suficientemente las rutas adámicas- el comercio marítimo -y más tarde terrestre- con zonas más romanizadas de la Península y con la propia península itálica inundará las tierras galaicas de todo tipo de productos propios del mundo romano (Naveiro López y Pérez Losada, 1992: 63-90) en la culminación de un proceso que, como hemos pretendido mostrar a lo largo de estas páginas, habría arrancado cuando menos dos milenios antes, durante los primeros tiempos de la Metalurgia.
Nota.- Ilustra este comentario, unas bellas "arracadas" (pendientes) de oro, localizados en un castro del norte de Portugal y muy semejantes a las encontradas en los castros gallegos. En este tipo de joyas, así como en los conocidos y famosos torques (collares rígidos), las técnicas decorativas nos acercan al Mediterráneo.
CONTACTOS ENTRE GALICIA Y EL MEDITERRÁNEO EN LA PREHISTORIA RECIENTE ( IV )
LA "KOINE" ATLÁNTICA DE LA FASE DE ESPLENDOR DE LA EDAD DEL BRONCE
Como parece suceder en el resto de la fachada atlántica, la etapa de recesión semeja comenzar a desaparecer a finales del II Milenio (Champion, Gamble, Shennan y Whittle, 1988: 366; Wells, 1989: 175), cuando se inicia una nueva fase de intensificación económica que en su máximo apogeo llegará a superar el nivel alcanzado a comienzos de la Metalurgia, y en cuya base estará, una vez más, un fuerte desarrollo agrario con la introducción de nuevos cultivos y mejoras tecnológicas que se traducirán en la ocupación de terrenos de mayor potencialidad para cuya explotación parece imprescindible el concurso del barbecho, del abonado y del uso de arados de tracción animal (Thomas, 1987: 405-430). De todo ello se derivaría una rápida recuperación de la tendencia al sedentarismo -que cristalizará poco después con la implantación del fenómeno castrexo-, una mayor presión sobre las tierras cultivables, y el consiguiente reforzamiento de la diferenciación social con el incremento de la especialización y la reaparición de las élites sustentadas en el conocimiento ritual y en el control del trabajo del suelo y de los intercambios a larga distancia (Ruiz-Gálvez, 1992: 219-251).
El dinamismo de esta etapa de expansión se comprueba en la existencia de cada vez más frecuentes contactos con los restantes focos adámicos y, lo que ahora nos interesa más, con el Mediterráneo (Karageorghis y Lo Schiavo, 1989: 15-29; Aubert, 1992: 14-15). Los circuitos atlánticos de intercambio no sólo parecen interconectar las diferentes áreas productoras y/o distribuidoras de la Europa atlántica sino que las pondrán en relación con los países mediterráneos. Producciones adámicas alcanzarán el Mediterráneo Central (Lo Schiavo, 1991: 213-226), de donde seguramente se habrán recibido no sólo mercancías muy concretas como la espada tipo Sa-Idda del río Ulla (Ruiz-Gálvez, 1980: 100-101; 1984: 57), sino buena cantidad de novedades de carácter tecnológico y, sobre todo, ideológico, que tendrán enorme trascendencia social: nuevos cultivos, nuevos conocimientos tecnológicos, nuevas formas de diferenciación social, nuevos modelos de armamento, nuevas formas de vestido y de adorno personal, nuevos tipos de transporte, nuevas formas de exhibición del poder, de información y de conocimiento, que serán asimiladas en mayor o menor grado por las élites locales y actuarán como dinamizadores de una sociedad en plena expansión (Burgess, 1991: 25-45; Ruiz-Gálvez, 1991: 277-306; 1992: 219-251). Algunos objetos de carácter eventualmente "cultural" presentes en el magnífico depósito de fundidor de Baioes en Viseu, Portugal (Silva,A.C.F.da; Silva,C.T.da y Lópes,A.B., 1984: 75-95), parecen ratificar esta impresión.
El fruto más espectacular de esta etapa de apertura al exterior y de llegada de influencias mediterráneas -de manera primordial las mejoras agrícolas- será la cristalización del proceso de sedentarización iniciado en la primera fase de la Metalurgia con la definitiva fijación de las comunidades galaicas al territorio y la lenta implantación del fenómeno castreño (Peña Santos, 1992,a: 378; 1992,b: 53; e/p; Bello Diéguez y Peña Santos, 1995: 158), proceso tanto más temprano e intenso cuanto más al sur y hacia la costa, lo que pone bien a las claras la vía de llegada de las influencias que contribuyeron a su desarrollo y contradice totalmente las viejas teorías que consideraban, como no podía ser menos, al mundo castreño galaico como producto de migraciones y/o contactos continentales.
Nota.- En la fotografía superior, joya prehistórica área ( fragmento de pendiente ) del norte de Portugal, con claras influencias orientalizantes
CONTACTOS ENTRE GALICIA Y EL MEDITERRÁNEO EN LA PREHISTORIA RECIENTE ( III )
LOS SIGLOS OSCUROS
A partir de los momentos iniciales del II Milenio A.C., el área galaica parece entrar en una palpable desaceleración del ritmo de crecimiento iniciado en la fase anterior (Jorge,S.O., 1990: 225; Peña Santos, 1992: 52). Desaparecen de nuestra vista tanto las necrópolis como los presumibles usos funerarios, los asentamientos, gran parte de los objetos de uso cotidiano, el arte rupestre galaico, etc., como apuntando la posibilidad de que al tiempo se hubiese producido un brusco descenso demográfico. Pese a que los hallazgos descontextualizados de tres o cuatro espadas y unas cuantas hachas de bronce nos indican claros avances tecnológicos con la implantación definitiva de la metalurgia del bronce y el mantenimiento de un cierto grado de contactos atlánticos, todo hace suponer que
durante esta fase se produjo una amplia crisis económica y demográfica que acarrearía la interrupción del proceso de desarrollo social y detenido la clara tendencia iniciada hacia la sedentarización del hábitat (Bello Diéguez y Peña Santos, 1995: 147).
La crisis del II Milenio parece haber afectado en mayor o menor medida a toda la Europa atlántica, y se han barajado diferentes causas para explicarla: procesos de deterioro climático, alteraciones en los circuitos atlánticos de intercambio con la puesta en explotación de nuevas vetas de mineral, modificaciones en la balanza de los centros de poder de unas zonas a otras, degradación de los suelos por causa de la intensificación agrícola anterior, etc. Tal vez sea la conjunción de todos estos factores, junto con otros desconocidos, lo que explique la apertura de esta larga etapa de recesión que no parece finalizar hasta los siglos inmediatos al cambio de Milenio, y durante la cual parecen desaparecer en su práctica totalidad los contactos exteriores del área galaica por vía marítima.
Nota.- En la fotografía, recientemente realizada, se puede ver el famoso laberinto de Mogor (Marín, Pontevedra), motivo que siempre se ha utilizada para hablar de relaciones prehistóricas entre el mediterráneo y la fachada atlántica.
CONTACTOS ENTRE GALICIA Y EL MEDITERRÁNEO EN LA PREHISTORIA RECIENTE ( II )
PRIMEROS CONTACTOS
A mediados del III Milenio A.C., las tierras galaicas se hallaban inmersas en los últimos momentos de la fase de máximo esplendor del fenómeno megalítico. Algunos siglos antes habían comenzado a circular entre las élite: locales algunos instrumentos de cobre y los primeros adornos de oro, y las comunidades megalíticas empezaban ¿ experimentar en su seno los primeros indicios de transición hacia modelos más complejos de organización socia (Bello Diéguez y Peña Santos, 1995: 96). El desarrollo de la complejidad social por estas fechas viene avalado por la existencia de claros indicios de una intensificación agrícola en la que bastantes autores han querido ver referencias a la famosa "Revolución de los Productos Secundarios" (Sherratt, 1981: 261-305); a ello hay que sumar las transformaciones en el ritual funerario que se perciben en los momentos que comentamos, cuando se va produciendo un cierto abandono del arcaico ritual de carácter colectivo en beneficio de inhumaciones individuales con ajuares aparentemente mucho más ricos que ios tradicionales y en los que suele estar presente el metal; incluso, recientes investigaciones sobre el arte rupestre al aire libre insisten en su condición de elemento legitimador de la nueva realidad social (Peña Santos y Rey García, 1993: 11-30). Parece claro, pues, que a lo largo del III Milenio A.C., y al igual que se percibe en el resto de la fachada atlántica europea, las comunidades galaicas se hallaban inmersas en un claro proceso de crecimiento económico y de desarrollo social (Bello Diéguez y Peña Santos, 1995: 111).
En este ambiente se va a ir generalizando la circulación de elementos metálicos, en su mayor parte destinados al consumo y ostentación de las incipientes élites, que se servirían de ellos para manifestar y reafirmar su poder (Hernando Gonzalo, 1989: 39). Las claras semejanzas formales y técnicas de estos bienes de prestigio en los diferentes "finisterres" atlánticos -Bretaña, Islas Británicas y Galicia, en líneas generales-, sumadas a otros indicios que apuntan a un cierto semejante nivel de desarrollo socioeconómico, parecen ratificar la existencia de contactos regulares entre dichas comunidades; por poner tan sólo dos ejemplos muy concretos, se cree que durante esta fase los oros galaicos abastecen los mercados bretones y británicos (Ruiz-Gálvez, 1987: 254), al tiempo que en los mismos puntos se detectan los primeros indicios de actividades relacionadas con la más antigua metalurgia del bronce (Fernández-Miranda, Montero Ruiz y Rovira Lloréns, 1995: 61-62). Todo ello nos habla de la existencia de contactos frecuentes entre las tres áreas atlánticas mencionadas, a través de los que se llevarían a cabo no sólo intercambios de bienes de prestigio muy concretos para el consumo de las élites sino muy probablemente de otras variadas mercancías y sin duda de información de todo tipo, entre ella la de conocimiento tecnológico.
Pero por la posición geográfica de las tres zonas en cuestión, lo más razonable es suponer que los contactos se llevarían a cabo por vía marítima. Naturalmente, pensar en navegación de altura en el Atlántico durante el III Milenio es como asomarse a un abismo, pero no se nos ocurre otra explicación. Dejando ello bien sentado, la pregunta es obvia: ¿disponían las comunidades atlánticas de la tecnología marítima adecuada para mantener los contactos?. La respuesta, al menos por el momento, es que no, de modo que no nos queda otra alternativa que pensar en navegantes de filiación mediterránea como intermediarios principales en los contactos atlánticos durante los primeros tiempos de la Metalurgia (Bello Diéguez y Peña Santos, 1995: 122).
Las pruebas materiales de estas probables relaciones entre el Atlántico y el Mediterráneo comienzan a vislumbrarse. Al navio grabado en el petroglifo de Auga dos Cebros en Oia, Pontevedra (Costas Goberna, Novoa Alvarez y Sanromán Veiga, 1995: 131-136), que con toda seguridad reproduce una embarcación mediterránea de mediados del III Milenio (Alonso Romero, 1995: 140), hemos de sumar el recientísimo hallazgo en aguas del río Ulla frente a Catoira, Pontevedra, de un puñal de tipo "lycio" semejante a los del controvertido "depósito" de Sansueña, Zamora (Delibes de Castro, 1980: 221-246). Aunque escasos por el momento, son todos indicios racionales que permiten abrir una línea de investigación sobre las posibles responsabilidades de navegantes de filiación mediterránea en los contactos y en el desarrollo socioeconómico de las comunidades adámicas de los primeros tiempos de la Metalurgia.
Nota.- Calco a escala del petroglifo de Auga dos Cebros (Oia, Pontevedra), en la que se puede ver la embarcación que se cita en el comentario, en la parte inferior del mismo.
lunes, 13 de octubre de 2008
CONTACTOS ENTRE GALICIA Y EL MEDITERRÁNEO EN LA PREHISTORIA RECIENTE ( I )
En 1995, en Cádiz, mi buen amigo y arqueólogo, D. Antonio de la Peña Santos y el que suscribe estas líneas, como únicos representas gallegos asistentes al IV Congreso internacional de estudios fenicios y púnicos, presentamos una comunicación titulada " Los contactos entre el área galaica y el Mediterráneo durante la prehistoria reciente", que fue publicada en las Actas del citado congreso( publicadas en el 2000), en su segundo tomo y en sus páginas 807 a 813.
Debido al interés que suscita este tema por la abundancia de nuevos hallazgos y noticias (aunque sean tan sólo periodísticas ) aparecidas en los últimos años, creo oportuno reproducir el citado trabajo, para las personas que estén interesadas en dicho tema y que no hayan podido acceder a las citadas actas.
A continuación y en los sucesivos comentarios de este blog y hasta que se complete la exposición completa del citado estudio, paso a realizar la reproducción del mismo, ilustrado con imágenes alusivas al tema:
Los contactos entre el área galaica y el Mediterráneo durante la prehistoria reciente
INTRODUCCIÓN
La historiografía tradicional gallega, fuertemente ideologizada desde posicionamientos más o menos próximos al nacionalismo, ha venido minimizando, hasta fechas muy recientes, toda relación entre el área galaica y el mundo mediterráneo en beneficio de postulados de corte más o menos difusionista dirigidos hacia los focos continentales y atlánticos. Tras estos postulados subyacían -y todavía subyacen- de manera más o menos consciente fundamentos ideológicos reaccionarios sustentados en la preeminencia de lo ario sobre lo semita. La utilización política del mito celtista como elemento legitimador y coexionador de la etnia gallega frente al resto de
Para colmo de males, las carencias metodológicas de la historiografía gallega no han podido ser subsanadas o mitigadas desde fuera de Galicia más que de manera muy esporádica. En tal sentido, la historiografía franquista no sólo no terminó con las veleidades celtistas gallegas sino que las potenció al hacer de los celtas -arios, naturalmente uno de los pueblos conformadores de la realidad hispánica (López Castro, 1995: 11). Todo ello ha supuesto, al menos por lo que a Galicia se refiere, un enorme corsé ideológico que sólo en fechas muy recientes y muy lentamente está comenzando a ser superado, aunque en relación con este último aspecto es preciso advertir que en Galicia, hoy por hoy, todo intento por acabar o simplemente dejar reducido a sus justos términos el presunto celtismo galaico es tarea extraordinariamente dificultosa que choca con numantinas resistencias desde los más variados ambientes, no sólo políticos y culturales sino, por duro que resulte decirlo, desde ciertos departamentos universitarios.
Esta hipervaloración de lo céltico en detrimento de lo mediterráneo ha tenido consecuencias nefastas no sólo en el terreno ideológico propiamente dicho sino en el puramente técnico. Tal vez las más significativas de estas últimas sean algunas clamorosas carencias formativas en los investigadores gallegos; por poner un único ejemplo, sólo desde hace muy pocos años comienzan a poder ser identificados en el registro arqueológico de las excavaciones -antiguas o modernas- materiales de filiación mediterránea, con lo que la perspectiva actual difiere radicalmente de la mantenida tradicionalmente, al menos en lo que respecta a las líneas de investigación libres de excesivos prejuicios ideológicos. La confusión entre cerámicas áticas y campanienses, cerámicas fenicias y romanas -sobre todo los fragmentos de ánforas-, vidrios fenicios y romanos, etc., han sido un lugar común en la arqueología gallega hasta hace bien pocos años.
Como superación de la realidad tradicional, se va abriendo paso lentamente una corriente que pretende analizar no sólo la existencia concreta de contactos con el Mediterráneo sino el papel que han podido desempeñar en el desarrollo socioeconómico de las tierras galaicas durante la prehistoria reciente; estos contactos se muestran a todas luces decisivos para comprender la etnogénesis galaica durante el último Milenio a.C. Nuestro punto de partida es el convencimiento, creemos que confirmado históricamente, de que las etapas de mayor desarrollo socioeconómico de las tierras galaicas coinciden sistemática y significativamente con épocas de apertura al exterior por medio de rutas marítimas que ponían en contacto estas tierras con las mediterráneas, algo palpable no sólo durante la prehistoria reciente sino que se convertirá en una constante hasta la era Moderna (Ferreira Priegue, 1988). Nuestra comunicación intentará resumir en lo posible las directrices esenciales de esta línea de investigación.