LAS COCINAS Y LA COMIDA
Además de la cocina que ya hemos documentado en un anterior comentario de esta serie sobre la villa romana de Toralla, en 1994, fue encontrada otra muy bien conservada al lado de la gran estancia del "hypocaustum", que es la que se rerpoduce más arriba. Este hogar está construído en el ángulo noroeste de la de la habitación y nos viene dado por piedras largas que lo delimitan por sus laterales, el del lado oeste es el fragmento de un aumbral pétreo y el rsto del hogar está onstituído por doce ladrillos besales de 19 x 19 centímetros. Tal como se encontró, no nos mostraba huellas evidentes de haber sido intensamente utilizado sino lo contrario, lo único que se enontró fue en sus cercanías una pequeña escombrera o basurero de materiales con abundantes restos de alimentación. En las últimas campañas, ya de este siglo, se pudo documentar otro hogar muy similar a éste, pero en otro posible edificio, al poniente del desenterrado en la actualidad y que hoy se puede contemplar en la visita que se realice al yacimiento.
Al hablar de las cocinas ( principales y secundarias y sus hogares respectivos), nos da pié para hablar un poco sobre los restos óseos que se encontraron en estas primeras campañas y que nos informan de la alimentación cárnica de los habitantes de la villa en esa época.
Hay que dejar claro, como es de esperar, que los restos de huesos procedentes de esta villa, presentan unas características a las obtenidas en los análisis de otras muestras de yacimientos de carácter urbano de este mismo período en el nororeste peninsular. La distribución de especies ya vamos a indicar en la siguiente tabla, donde se refleja el número de restos de cada una de las mismas y su porcentaje respecto al total. Y empezamos, para los que les gusten las estadísticas:
Especies domésticas
Bos taurus 26 40,6%
Ovis aries / Caora hircus 16 25,0%
Sus domesticus 16 25,0%
Gallus domesticus 1 1,6%
Especies salvajes
Vulpes vulpes 2 3,1%
Capreolus capreolus 2 3,1%
Oryctolagus cuniculus 1 1,6%
Teniendo esto presente, podemos decir, que entre el grupo de domésticos destaca el dominio del ganado bovino sobre el ovicaprino y el de cerda, aspecto habitual en la alimentación de los núcleos romanizados del nuestro noroeste. La presencia de la gallina, auqnue anedóctica, viene a sumarse a las pocas referencias que se han documentado para esta especie, todas ellas a partir de fases romanizadas, como por ejemplo en la ciudad de Lucus Augusti, en la villa romana de A Proba de Trives (Ourense) o en el mismo castro de Vigo.
La presencia de especies silvestres indica una práctica cinegética que, a partir de los resultados de numerosos análisis, normalmente hemos asociado con la existencia de determinadas clases sociales, de posición alta, reflejando más una actividad de prestigio, que una verdadera necesidad de obtener un complemento alimenticio. Es evidente que tanto el corzo (Capreolus) como el conejo (Oryctolagus) serían consumidos, mientras que el zorro (Vulpes), sin negar la posibilidad de aprovechar su carne, se obtendría principalmente la piel.
Los restos óseos de la villa de Toralla, desde el punto de vista tafonómico, presentan unas características peculiares. La mayor parte del conjunto analizado exhibe evidencias de haber sido sometido a elevadas temperaturas, con estadios de calcinación completa. Parece lógico considere el empleo de los restos óseos como combustible, lo que viene a relacionarse directamente con la recuperación de los mismos, en una área muy próxima al hipocaustum, más concreto del praefurnio.
Logicamente esta alimentacion de carne, está solidamente apoyada en la consumición de productos agrícolas y procedentes del mar. Pero ese tema sera objeto de otro comentario.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario